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Relatos de papel: Starfall (IV)

domingo, septiembre 29, 2013


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2

Abrí los ojos lentamente y me topé con un extraño techo. La ilusión de que nada había ocurrido se desvaneció tan pronto me di cuenta de dónde me encontraba. No, estos últimos años no habían sido un mal sueño. Me encontraba en una casa extraña, en una pesadilla demasiado real para ser mentira. Me incorporé lentamente. Todo estaba en silencio. ¿Cuánto había descansado?
Intenté levantarme de la cama, pero una descarga de dolor recorrió una de mis piernas y me obligó a sentarme de nuevo. Los recuerdos de los Segadores se arremolinaron en mi cerebro. Miré al lugar con rabia como si aquel cuarto de niña fuera el culpable de lo que me había ocurrido. Y ahí me quedé, contemplando los posters y fotos de una vida pasada, esperando e imaginando qué habría sido de la dueña de ese lugar.

Un crujido me sacó de mis ensoñaciones. No sé cuánto tiempo llevaba en silencio entre mis pensamientos y la realidad. Unas pisadas me alertaron de que había entrado alguien. Miré a mi alrededor en busca de mi arma, pero no estaba por ningún lado. Tampoco había ningún cuchillo con el que defenderme. Rebusqué entre los cajones de la mesilla, esperando encontrar algo. Lo más peligroso que hallé fue un lápiz. Lo agarré con fuerza y, desde la cama, me encaré hacia la puerta, esperando el ataque.
Una cabeza con el pelo revuelto de color castaño asomó y me observó, primero seria, después divertida cuando vio mi triste arma. No pudo evitar echarse a reír.
   – Eres un idiota –murmuré más para mí que para él– ¿No podías decir algo como “soy yo” o “ya estoy en casa”?
   – No, sino no tendría gracia –me dedicó una rápida sonrisa–. No sabía si estabas despierta.
   – Al menos podías haberme dejado un arma a mano.
   – Mea culpa.
Se acercó meditabundo a la ventana. Su silencio se hizo palpable. El tiempo pareció extenderse como una goma elástica. Carraspeé para romper el ambiente tan raro que se había generado. Mike se giró y me miró a los ojos. Todo rastro de alegría se había esfumado de su rostro.
   – Nos vamos de madrugada –sentenció–. Algunas personas que se han enterado de la llegada de la Patrulla de la Muerte y se quieren marchar. Han encontrado un autobús antiguo que aún tiene el depósito lleno y funciona. Así que nos pondremos en marcha cuando amanezca. Ya he pagado dos billetes para que nos cojan a nosotros también.
Asentí. Me parecía mucho mejor plan que tener que salir de este lugar caminando.
   – En cuanto a la mochila, no pude encontrarla. Tendremos que apañarnos con lo que tenemos.
Lo poco que tenemos, pensé. Mi vida cabía en una mochila. Era muy triste, pero era cierto.


   – He oído  que puede que haya un asentamiento en Italia –dijo Mike desde alguna habitación del piso.
   – Y quieres que vayamos allí –no era una pregunta, sino una afirmación.
   – Podemos probar, ver si es cierto. Y si no nos gusta, nos largamos.
Me encogí de hombros aun sabiendo que él no me podía ver.


 




Estos escritos son propiedad de Tina-Jack para uso y disfrute de los seguidores del blog Sumergidos entre libros. No saco ningún beneficio económico publicando mis escritos aquí, tan sólo quiero que conozcáis mi forma de escribir a través de las historias que se esconden en algún rincón de mi imaginación. Mi sueño es ver, algún día, mis historias publicadas, porque escritora ya soy siempre que puedo, pero no se llega a ser del todo escritor hasta que la gente lee y disfruta tus obras. 

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