relatos de papel

Relatos de Papel: Starfall (III)

sábado, septiembre 07, 2013


Esta historia es una continuación. Pásate por este índice si no has leído los pedazos anteriores. Espero que disfrutes de lo que aquí se narra y te animes a continuar leyendo las futuras entradas de Starfall. 


      – Mia. Mia. Mia. Vuelve conmigo.
Abrí los ojos lentamente. ¿Dónde estaba? Tardé unos segundos en enfocar. Sobre mí se alzaba un techo de color salmón.
      – Por fin te has despertado. Me tenías preocupado –el que hablaba, desde algún lugar cercano, era Mike.
Miré a mi alrededor. Estaba tumbada en una cama de una habitación. Por las fotos y pósters que había colgados en la pared debía de haber pertenecido a una niña. Intenté incorporarme, pero Mike me detuvo.
      – Ni se te ocurra. No sé qué narices te clavaste, pero te hiciste una herida en la pierna de miedo. También te hiciste una brecha muy fea de la frente. Te he curado lo mejor que he podido. Ahora debes descansar.
Me llevé la mano a la cabeza. Noté un apósito pegado justo a la altura del nacimiento del pelo.
      – No, no puedo descansar. ¿Sabes quiénes eran?, ¿tienes idea de lo que significa? –no esperé a que me respondiera–. Se extienden como una maldita plaga de ratas, Mike, con la única diferencia de que arrasan todo a su paso. No tienen rivales.
      – Son humanos, igual que nosotros. Y si son humanos se les puede matar. Ya lo has visto con tus propios ojos.
Me incorporé en la cama lentamente, esta vez no me detuvo.
      – Tuve que arrojar la mochila en mi huida, pesaba demasiado –comenté cambiando de tema– ¿La recuperaste?
Su negación fue como una patada en el estómago.
   – ¿Había mucho material en el almacén? –preguntó.
   – Más del que podía cargar. Guardé en la mochila pistolas y munición de diverso calibre, explosivos, bombas de humo, silenciadores y hasta comida en lata. Todo lo que pude meter… Había muchísimas cosas y las hemos perdido, así que ya me puedes contar, con todo lujo de detalle, qué coño pasó.
Me quedé contemplándole en silencio unos segundos. Tenía todo el pelo castaño revuelo. Al tenerlo corto le daba un aire desenfadado. Su piel estaba cada día más morena, más sucia y llena de moratones y arañazos al igual que la mía. Empezamos a parecer unos mendigos.
Me devolvió la mirada con sus oscuros ojos y apretó la mandíbula antes de comenzar a hablar.
   – Fui al sitio acordado con las bombas a la hora prevista, lo prometo. Pero algo salió mal en la entrega y no fui yo. Les sonaron los intercomunicadores y las radios, sólo logré escuchar las palabras Patrulla y muerte. Juro por mi vida que, en ese momento, se me heló la sangre, Mia, porque eso significaba que los Segadores habían llegado para saquear el almacén de los militares, el almacén que habían dejado sin vigilancia, el almacén en el que estabas tú –carraspeó–. Intenté llegar antes que los militares, con un poco de suerte los patrulleros no habrían ni aparecido. Pero, ¡joder! es muy difícil coger calles paralelas para que no me pillaran los malditos verdes y a la vez intentan llegar antes… Todo salió mal y cuando alcancé el almacén uno de los Segadores estaba muerto, el otro se estaba liando a tiros con los militares y tú te arrastrabas por el suelo con una cara de pánico que no te había visto nunca...
Aparté los ojos de los suyos para que no me analizara. Bajo mi apariencia de tipa dura había una Mia aterrorizada y él la había visto, él había visto a esa Mia que tenía miedo de morir…

El silencio nos envolvió a ambos de nuevo, haciendo casi palpable la gravedad del asunto. Todo había salido mal y Mike no había tenido la culpa, esta vez no. ¿Cómo íbamos a saber que aparecerían durante la entrega? Cuando me topé con ellos, jamás imaginé que pudieran ser de la Patrulla de la Muerte. Pero ahí estaba, con sus uniformes negros y sus calaveras como símbolo.
   – Sabes lo que significa su presencia, ¿verdad? –me preguntó muy serio.
   – Que hay que salir por patas de aquí lo antes posible –dije con pesar.
   – Averiguaré lo que pueda en la calle antes de marcharnos, quizás no seamos los únicos que huyamos de aquí. También intentaré recuperar la mochila ¿A dónde iremos esta vez?
Me encogí de hombros.
   – Hasta donde nos depare el destino. Después de vivir en esta ciudad de mierda cerca del Sáhara, cualquier otro sitio me parecerá el paraíso.
   – ¿Hasta cuándo tendremos que seguir huyendo?
Era una cuestión que no nos planteábamos. Habíamos prohibido hablar de ello, como también era tabú el cómo habíamos llegado hasta aquí y cómo nos sentíamos. Si teníamos miedo, nos aguantábamos y poníamos cara de póker, de esa manera la vida nos resultaba un poco más sencilla. 
Hasta que el cuerpo aguante, pensé, pero no lo dije en voz alta porque decirlo lo haría real, decirlo significaría demostrar nuestra derrota y reconocer que íbamos dando tumbos entre los restos de un mundo moribundo.


Fin del Capítulo 1

 





Estos escritos son propiedad de Tina-Jack para uso y disfrute de los seguidores del blog Sumergidos entre libros. No saco ningún beneficio económico publicando mis escritos aquí, tan sólo quiero que conozcáis mi forma de escribir a través de las historias que se esconden en algún rincón de mi imaginación. Mi sueño es ver, algún día, mis historias publicadas, porque escritora ya soy siempre que puedo, pero no se llega a ser del todo escritor hasta que la gente lee y disfruta tus obras. 

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