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Relatos de papel: Camp Half-Blood (IX)

miércoles, diciembre 10, 2014

Si no has leído nada de Camp Half-Blood, te recomiendo que te pases por el índice, ahí encontrarás todo lo que precede a este relato. Además, os recomiendo que os paséis por allí ya que a partir de ahora la historia de Daphne Miller (personaje de Gema), se junta con la de Elizabeth Knight, por lo que estamos alternando los capítulos en ambos blogs (en el índice lo tendréis todo ordenado desde el momento en el que ambos personajes se juntan, pero os recomiendo que leáis los relatos anteriores de Daphne para conocerla mejor).  "Os robaremos la victoria, ¡¡y la cartera!!"

9

Liz estaba sentada en una silla, con los codos apoyados en las piernas y las manos cubriéndole el rostro. Su bonito pelo rojo caía sobre sus hombros y su cara, ocultando parte de su gesto de preocupación y desconcierto. A unos metros de ella, en la misma habitación discutía Quirón con un par de mestizos. Junto a la puerta, mirando al interior con rostros inquietos estaban Daphne, Dorian, Marc y Abbie. Estaban en la partida de búsqueda de Liz cuando esta dio la mala noticia. Hubieran preferido que se hubiera escapado ya que si lo habían secuestrado el problema venía de dentro del campamento, algo que nadie quería reconocer.
Liz tenía la mirada perdida. Ni siquiera se había dado cuenta de que sus compañeros estaban a pocos metros de ella. No sabía quiénes se habían llevado, pero sabía que se habían llevado al mestizo por la fuerza… Aquella situación era de locos. El hecho de encontrarse allí, con Quirón discutiendo entre susurros y ella esperando a que alguien le dijera algo le recordaba mucho al día que despertó en aquel lugar, tres días después de su accidente.

Una parte de los campistas la acogió con alegría cuando descubrieron que había vuelto en sí, Al parecer había corrido la voz. Todos sabían quién era. Todos sabían cuál era su historia, menos ella. Quirón discutía con el señor D sobre cómo llevar la situación. Qué decirle y qué no. Pero hablaban tan alto que no se daban cuenta de que Liz podía escuchar todo lo que decían. Había perdido a su madre, un extraño la había rescatado y se encontraba en un lugar que no conocía. Tan sólo quería que la dejaran en paz. Necesitaba asimilar todo lo que estaba ocurriendo.

El sonido de una puerta al cerrarse la devolvió a la realidad. El recuerdo se desvaneció tan rápido como había aparecido. Alzó la cabeza y vio como el centauro se acercaba a ella.
–No tengo una explicación racional para explicar… –empezó a decir la chica.
–Y tampoco la quiero. No la necesito para saber que es cierto –una sonrisa sincera recorrió su rostro–. Lo que me preocupa ahora es la seguridad del mestizo y hallar a los culpables.
Si había algo que caracterizaba a Quirón era su buen corazón. Daba igual lo que pasara, a Liz siempre le sorprendía de alguna manera. La muchacha se levantó de la silla. Toda la angustia que había sentido por lo ocurrido y por no poder explicar lo que sucedía habían dejado de oprimirle el corazón. El centauro confiaba en ella. Le daba igual el por qué sabía que habían secuestrado al mestizo. Sólo quería salvar al chico. Elizabeth sonrió con alivio.
–Me gustaría ir a buscarle. Si hay alguien que puede encontrarle soy yo.
La puerta se abrió de golpe. Daphne apareció con cara de emoción.
–Yo me apunto.
Quirón soltó una carcajada y asintió.
–Necesitamos un tercer héroe para este viaje –dijo el centauro–. Necesitaréis la inteligencia de un hijo de Atenea, por lo que debería acompañaros Dorian si no le supone ningún problema –añadió asomándose al exterior.
El aludido, que se encontraba a escaso centímetros de la entrada se sonrojó ligeramente, pero asintió. 
–No se hable más, entonces. Coged todo lo necesario. Debéis marcharos cuanto antes. No sabemos cuánta ventaja nos sacan.

Daphne y Liz estaban terminando de preparar sus armas cuando alguien tocó la puerta de la cabaña. Estaban ellas dos solas, así que se giraron para ver quién llamada.
–Quirón nos ha conseguido provisiones –alzó una mochila–. Hay comida, algún cuchillo y dinero –ambas chicas cruzaron una mirada de indignación cuando escucharon la palabra dinero.
Liz se ató unas Converse negras y se colgó del cinturón un mini-caduceo.
–¿A dónde vamos?
–A Nueva York –respondió Elizabeth.
Daphne terminó de meter varias dagas en su mochila. La cerró con ímpetu y se la colgó en la espalda.
–Vamos, Argo nos está esperando –dijo Dorian antes de salir de la cabaña.

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2 comentarios

  1. Ay, dios, empezamos el viaje y estoy hasta nerviosa.
    A saber lo que nos encontramos ahora :D
    Ya sabes que me gustó mucho, ahora comenzaré a picarte con Dorian día sí día también xD
    ¡Un besín!

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  2. aww muy bueno, gracias por compartirlo <3

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