TimeRiders llevaba en mi estantería un año, esperando a que sacara tiempo para leerlo. Así que el mes pasado me dije que no podía pasar más tiempo sin leerlo y me sumergí en esta historia.

Aunque la novela navega en aguas muy navegadas, como son los viajes en el tiempo, consigue partir de una premisa muy interesante y original: un hombre llamado Foster rescata a tres personas para formar un nuevo equipo de TimeRiders. Este grupo se encargará de vigilar anomalías en el tiempo, encontrar qué ha cambiado y viajar al pasado para evitar que ocurra y encauzar de nuevo la historia. En definitiva, este equipo se encarga de mantener la historia tal cual es.

Foster es el encargado de juntar a este nuevo equipo. Se trata de un hombre mayor, con una paciencia infinita y un gran corazón. Foster será el encargado de explicar a los nuevos integrantes todo lo relacionado con los viajes en el tiempo. A pesar de que está muy presente y es el hilo conductor de la historia, me ha faltado un poco más de profundidad, un poco más de su pasado para poder conocerle mejor y entenderle.

Liam era camarero en el Titanic. Se trata de un chico joven, de dieciséis años, muy tímido, miedoso y con grandes sueños. Este personaje me ha resultado muy tierno por su forma de ser y por el hecho de que viene de 1912, con lo cual, no conoce nada, no entiende las referencias o las expresiones que utilizan los demás. Se ha convertido en mi personaje favorito del libro por su forma de ser, por el curioso contrapunto que hace con las chicas y por la enorme evolución que sufre.


A Maddy la salvan de morir en un accidente aéreo. Es una chica decidida, muy particular y una friki de la informática. Son esas cualidades las que la salvaron y las que hacen que se convierta en la líder del grupo y en la encargada de manejar los ordenadores.

Sal viene de 2029. De ella tan sólo sabemos que estaba a punto de morir en un incendio cuando Foster la rescató. Es la más pequeña del grupo y tanto su forma de vestir y su forma de hablar me han parecido muy curiosas. A través de lo que nos cuenta, podemos hacernos una idea de cómo se imagina Álex Scarrow el 2029, un año que ahora mismo no está muy lejos.

En esta ocasión, los antagonistas no son los típicos malos que sólo buscan hacer el mal. Estos lo único que buscan es cambiar la historia para mejorar las condiciones de vida, pero acaban más mal que bien. A pesar de esto, me han parecido poco perfilados.

Uno de los puntos positivos de la novela es que intercala los capítulos de los TimeRiders con los de los villanos y para que todo resulte mucho más fácil, coloca el lugar y la fecha en el inicio del capítulo. De esta manera podremos ubicarnos más rápidamente ya que los viajes en el tiempo son complicados y si a eso le añades dos líneas temporales distintas que trascurren de "forma paralela" durante la novela, todo se vuelve más complejo.

Se trata de la primera parte de una saga bastante larga, por lo que las primeras páginas son muy introductorias. Los personajes son nuevos en esto, por lo que conoceremos con ellos todo lo relacionado con los viajes en el tiempo. Eso hace que al principio sea lento y muy introductorio. Por suerte, a medida que vamos avanzando en la historia, todo empieza a rodar cada vez más rápido y de forma más natural.

Otro de los puntos positivos del libro es que carece de parte romántica, lo que se agradece bastante ya que la tendencia actual es la de meter algo de romance en todas las historias y está bien poder descansar de ello de vez en cuando sobre todo porque hay veces en las que el amor está metido a la fuerza.

Alex Scarrow escribe de forma limpia, sin entretenerse en tonterías, por lo que todo lo que nos cuenta lo hace por una razón. Entre sus páginas encontraremos buenas dosis de acción que nos harás disfrutar, aunque no se trate de una acción trepidante. Todo lo que ocurre sorprende y mucho porque aunque te hagas una idea de cómo va a acabar, la historia da un giro y otro, haciendo que te sorprendas y que no sepas qué va a pasar realmente.
El final está, por tanto, a la altura de la historia. Cuando acabas el libro, no sólo lo haces con un regusto muy dulce, sino con una sonrisa porque es imposible no cogerle cariño a los personajes, especialmente a Liam.