Hace unos meses, me picó el gusanillo por Peter Pan y tras verme un par de películas y escribir un artículo sobre su creador, decidí que era el momento idóneo para leer la novela de J.M. Barrie.

Esta obra se ha convertido en un mito moderno que, incluso, ha dado nombre a un síndrome. Sin embargo, la historia que se esconde tras el nombre de este personaje es muy peculiar pues Peter Pan, aunque divertido y aventurero, no es como realmente creemos que es.

Peter Pan nos relata la historia de un niño que se niega a crecer, por lo que vive en Nunca Jamás, el país de los sueños y la imaginación en el que todo es posible. Una noche, cuando Peter entra en la casa de los Darling para recuperar su sombra, Wendy se despierta. Encandilado por las historias que conoce Wendy, Peter logra convencerla para que vaya con él y los niños perdidos. Los tres hijos de los Darling siguen al niño que no quería crecer hasta Nunca Jamás para vivir aventuras y divertirse.


J. M. Barrie utiliza a Peter Pan para hablar sin tapujos de la infancia. El autor no solo muestra la parte de la inocencia que todos conocemos y asociamos a los niños, sino que también hace hincapié en el carácter egoísta y cruel que solemos olvidar. El escritor nos presenta, por tanto, a un Peter Pan divertido y aventurero, pero también temerario, tiránico, olvidadizo y, por supuesto, egoísta. Peter no es un protagonista bueno en sí mismo, pues actúa según sus intereses y es capaz de arriesgarlo todo y a todos con tal de lograr su objetivo, pero su fuerza radica en lo que representa: el contraste del lado bueno y malo que tienen los niños en mayor o menor medida. Peter es, por tanto, como un niño que lo descubre todo por primera vez.

La narración de esta obra me ha sorprendido gratamente. Barrie utiliza la tercera persona para contar la historia de Peter Pan, de tal forma que el narrador se convierte en un personaje más. No solo comparte algunos de sus pensamientos acerca de las aventuras del niño que no quería crecer, sino que además filtra aquello que no considera interesante para ir a la esencia del personaje que da nombre a la obra.


La pluma de Barrie parece sencilla a simple vista, pero una vez te adentras en la trama descubres que bajo esa capa de sencillez, se oculta una narración compleja. El escritor juega constantemente con el lector, adelantando sucesos u omitiendo partes de la historia para ir a otras más interesantes. Barrie habla desde el punto de vista de un adulto que conoce a fondo a los niños, lo que le permite incluir críticas a ambas partes.

Uno de los puntos positivos de Peter Pan es la ausencia de descripciones de Nunca Jamás. Barrie explica en la obra que "todos hemos visto Nunca Jamás, y todos hemos visto cosas distintas" porque cada uno aporta algo nuevo a este lugar. Nunca Jamás se convierte, por tanto, en una increíble metáfora del lector: una obra nunca será igual, cada persona que se sumerge en ella encuentra o aporta algo distinto a la historia.

Todo en esta novela es puro contraste. Desde la petulancia de Peter Pan hasta las buenas maneras de Garfio, pasando por el buen corazón de Wendy y los celos de Campanilla. Sin embargo, aunque algunas estén llevadas al extremo, el escritor no comete el error de caricaturizarlas, lo que le permite dar más profundidad a la obra y tocar temas como la figura materna, la libertad, la madurez, la inocencia, la familia, el amor o el tiempo.

La Ira y el Amanecer nos presenta la historia de un califa que cada día contrae matrimonio con una joven que es ejecutada al alba. Un día, una chica llamada Sherezade se presenta voluntaria para casarse con él con el único objetivo de sobrevivir todo lo que pueda para acabar con el califa y, de paso, con esa horrible tradición que se ha instaurado. Sin embargo, nada es tan sencillo como parece y, detrás de todos esos rostros desconocidos se ocultan muchas mentiras y secretos.

El hecho de que la novela fuera un retilling de Las mil y una noches me llamó poderosamente la atención. La premisa es muy buena, pero Renéé Ahdieh no ha sabido aprovechar la historia que tenía como base y a terminado creando una obra rápida de leer, pero llena de tópicos.

Sherezade aparece como un personaje decidido y fuerte. Sin embargo, acaba convirtiéndose en una cría que no sabe lo que quiere. Es cierto que es una chica my joven, pero el carácter que tiene al comienzo de la novela no termina de cuadrar con su forma de comportarse en el resto del libro ya que llega a contradecirse en más de una ocasión. Si se hubiera desarrollado esa parte más vulnerable de Sherezade al principio de la obra, habría sido más creíble.


Aunque el resto de los personajes están bien construidos, la autora no ha sabido ir más allá del tópico, quedándose en la superficie y desaprovechando a sus protagonistas. Los capítulos de Tariq y el padre resultan densos y sacan bastante de la lectura. Creo que la historia podría haberse desarrollado de otra forma, quizás sin Tariq, puesto que da la sensación de que está en la obra solo para meter un poco de tensión a la historia.

Uno de los puntos positivos del libr es la ambientación. Renée logra transportarnos a Jorsán con tan solo unas pequeñas pinceladas de vestuario, olores, sabores o de elementos decorativos.

La venganza, las traiciones y las maldiciones se mezclan con elementos fantásticos. Es cierto que la autora apenas ha explorado la parte mágica, pero creo que se guarda ese as bajo la manga para la continuación (mi miedo es que termine forzando la situación al haberlo relegado tanto).


A lo largo del libro encontramos diferentes referencias a algunos clásicos como Barba Azul o Aladino y la lámpara maravillosa. Sin embargo, la premisa de Las mil y una noche (las historias que Sherezade cuenta cada noche al califa para sobrevivir un día más) cae en el olvido a las pocas páginas y pasa de ser un elemento fundamental en la historia a algo que no tiene interés alguno.

La autora abandona las historias para centrarse en la parte romántica de la obra. Sin embargo, el romance que desarrolla está fuera de lugar. Lo fuerza tanto que resulta poco creíble. Por no hablar de ese posible trío amoroso que no aportada nada.

El ritmo de la historia es muy pausado y muy introductorio. Esto podría no ser un punto negativo, sin embargo, el cliffhanger que incluye al final de la novela no hace más que afianzar la sensación de que no pasa absolutamente nada en todo el libro. Lo bueno, está claro, se encuentra en la segunda parte de la bilogía.