Parabellum vuelve a la carga con una tercera entrega en la que no solo disfrutamos de la detective paranormal que conocimos en El dios asesinado en el servicio de caballeros, sino que somos testigos del lado más humano de Verónica Guerra que ya entrevimos en Los muertos no pagan IVA.

Se vende alma (por no poder atender) empieza, al igual que las anteriores novelas, con Parabellum enfrascada en un nuevo caso. Estamos acostumbrados a verla trabajar en solitario por lo que es toda una sorpresa ver que, en esta ocasión, no está sola, ya que la acompaña su amiga Arancha, también conocida como la medium Doña Lola de María.

Sergio da pequeñas pinceladas sobre los personajes para que los lectores que quieran leer este libro sin haber leído los anteriores puedan hacerlo sin problema, ya que los casos se abren y se cierran en el mismo libro. A pesar de que las novelas se pueden leer por separado, yo recomiendo hacerlo en orden, no solo para entender un poco más los problemas que tiene la protagonista, sino también para disfrutar de la historia en su conjunto.

Cuando Sergio me ofreció leer la novela, me encontraba en un parón lector que llevaba arrastrando unos meses. No me apetecía leer, pero la perspectiva de volver a disfrutar de la pluma del autor y de Parabellum me hizo coger el libro con ganas. Es cierto que me costó adentrarme en la historia, pero una vez la trama se complicó un poco más, no pude soltarlo.

Si en la anterior entrega pudimos vislumbrar a una Verónica más vulnerable, en esta ocasión, todo lo que la detective se ha afanado en ocultar, termina saliendo a la luz. Su trabajo exige mucho, tanto físicamente como psicológicamente. Aunque el sarcasmo y el humor siguen presentes, en esta ocasión somos testigos de los miedos, las dudas y la desesperación de la protagonista.

Conoceremos un poco más el pasado de Verónica, la veremos levantar una barrera detrás de otra, mientras los muros que ya tenían se derrumban. Disfrutaremos, también, de la compañía de su amiga Arancha, la cual cobra más protagonismo en esta novela. También aparecerán dos personajes femeninos nuevos que tendrán cierta importancia en el desarrollo de la trama.

Hasta ahora hemos visto a Parabellum enfrentarse a diferentes enemigos, pero solo uno se ha perfilado como su antagonista. El Negociante parece poner a prueba a la detective al tiempo que crece y se enriquece. Para reencontrarse a sí misma, o quizá para entenderse, la detective necesita enfrentarse a él, el único que parece esquivarla y burlarse de ella. ¿Podrá Parabellum detener a El Negociante o este supondrá el fin de la detective paranormal más famosa?


Sergio Morán sigue haciendo gala de su humor. No obstante, en esta entrega, el sarcasmo y las bromas disminuyen en favor del desarrollo de los personajes y la crítica social. Es cierto que, de los tres libros de Parabellum, Se vende alma (por no poder atender) es el que más carga dramática tiene, pero el autor nos ha ido guiando hasta ella tan poco a poco que no desentona. Es cierto que se hecha de menos la ligereza de El dios asesinado en el servicio de caballeros, pero el dramatismo introducido  nos permite comprender mejor a la protagonista y acompañarla en su evolución como personaje.

Morán ha hilado las diferentes tramas y subtramas ocurridas en las otras entregas de una forma magistral. Numerosos detalles y escenas, que hemos disfrutado en los otros libros y que pasan desapercibidas en el conjunto de la historia, confluyen en Se vende alma (por no poder atenderla) de forma magnífica.

El ritmo de Se vende alma (por no poder atender) va in crescendo a medida que avanzas en la historia hasta terminar con un final de infarto que deja con ganas de más historias sobre esta detective paranormal.